Cada año en el mundo se utilizan más de 100 millones de toneladas de aluminio; es el segundo metal más empleado. La industria está muy interesada en la recuperación del aluminio viejo porque utiliza 20 veces menos energía que la fabricación de aluminio nuevo a partir de la bauxita, el mineral de donde se extrae. ¿Cómo reciclar de aluminio?.
La gran cantidad de residuos que genera y de energía que hace falta para procesarlo encarece mucho el producto. Además la energía necesaria se acostumbra a extraer de centrales hidroeléctricas que construyen grandes presas que inundan extensas zonas de importante valor natural y obligan a millones de personas a desplazarse.
La extracción de bauxita tiene impactos negativos muy graves en Jamaica, Australia, India o Brasil, incluyendo la contaminación del agua y las reservas de peces, destrucción del suelo y desplazamiento de las comunidades locales.
El aluminio es un material ideal para aplicaciones arquitectónicas, debido a su facilidad para ser moldeado, y su resistencia inherente a la corrosión. Es un material clave también para el sector transportes ya que debido a su solidez y ligereza, se usa para fabricar coches, aviones, barcos y trenes.
La industria del aluminio es responsable de un 1 % de las emisiones globales de gases de efecto invernadero. Significativamente, el reciclaje requiere de mucha menos energía; cada tonelada de aluminio reciclado impide la emisión de 9 toneladas de Co2, que la fabricación del nuevo no puede evitar.
“el aluminio es 100% reciclable sin perder sus cualidades”
Teniendo en cuenta que el aluminio es 100 % reciclable sin perder sus cualidades, la principal prioridad debería ser el apoyo a la reutilización de los envases, vehículos, arquitectura y otras aplicaciones. Las estrategias públicas nacionales y europeas deberían frenar la extracción de bauxita y fomentar el reciclaje de este material.
Según un informe de la organización Amigos de la Tierra, en Europa la tasa de recogida para envases de aluminio está en torno al 50 % dentro de la normativa europea. El aluminio de uso doméstico y los envases o brics que lo contienen se depositan en los contenedores amarillos.
El aluminio usado llega principalmente de dos canales a las refinerías: uno, los desechos del consumo ya sea doméstico o industrial y otro, los recortes y virutas que se producen durante la fabricación de productos de aluminio. Por lo tanto, los tipos de proveedores son la industria en general, fábricas, pequeños talleres y plantas de selección.
Las refinerías de aluminio son el último eslabón de la cadena de reciclaje de este material. En estas instalaciones, se funden latas de aluminio por ejemplo, o cualquier otra chatarra con revestimiento. Se produce la combustión de los mismos, siendo captados los diferentes productos mediante unos filtros especiales, por los que pasan los humos para evitar la contaminación atmosférica. Para fundir este tipo de material se necesitan hornos especiales provistos de instalaciones de filtraje y el producto final que se obtiene, es el aluminio en lingotes de medidas y aleación, según la demanda del cliente.
Reciclar aluminio es un proceso rentable ya que el aluminio es un metal valioso. Cuando se recicla, se consigue un ahorro del 95% de la energía si se compara con la producción a partir del mineral; se obtiene un producto con las mismas propiedades y puede reciclarse indefinidamente sin disminuir la calidad del mismo.
Debido al ahorro y la sencillez del proceso de recuperación, el aluminio se empezó a reciclar muy pronto y hoy en día es una actividad normal, técnicamente resuelta y rentable, que aporta importantes beneficios medioambientales, económicos y sociales.